Cada uno de nosotros tiene una formación, una serie de conocimientos, un conjunto de habilidades. Pero sólo cuando encontramos el lugar apropiado somos capaces de convertir todo nuestro potencial en verdadero valor, tanto para la organización para la que trabajamos y para los clientes de esta como para la sociedad en general.
La función del líder en la actualidad es, precisamente, crear ese ambiente propicio. Un espacio en el que prevalezcan la confianza y la colaboración. En el que la diversidad y la inclusión van mucho más allá de ser meras consignas para ganar reputación para consolidarse como un modo de entender el mundo que permite que cada persona pueda ser exactamente ella misma.
La cultura como un elemento integrante del ADN de la compañía es esencial para que todo esto fluya. En especial, la coherencia entre los valores que se promueven desde lo teórico y lo que la empresa lleva a la acción.
En esta línea, se vuelven fundamentales los “líderes empáticos”. Esos que marcan el ejemplo a seguir desde sus propios hechos. Asumen sus propios errores, habilitando así a que sus equipos le pierdan el miedo a fallar y seguir intentando. Escuchan de manera activa, de forma que también son escuchados, en un sentido más amplio que el tradicional de “voz de mando”. Mantienen una comunicación abierta y honesta, gracias a la cual todos los integrantes de la organización saben por qué hacen lo que hacen y qué impacto están generando con eso. El talento ya no quiere seguir órdenes ni que les digan qué hacer, sino ser parte de un equipo con un propósito y comprender cuál es el objetivo de cada una de sus tareas.
Cuando se alcanza este nivel de cercanía, se transmite un mensaje clarísimo: para ese líder, las personas son lo más importante.
Profundizar para construir un legado
Una vez más, Top Employer Institute nos confirma que estamos en el camino correcto: por segundo año consecutivo nos reconoció como uno de los sitios más atractivos para trabajar en Latinoamérica, con un reconocimiento específico para cada uno de los países de la región donde operamos e incluso con la certificación global, que consolida la idea de que las personas constituyen uno de los pilares sobre los que se sostiene el éxito de NTT DATA.
Pero, como siempre nos ocurre al recibir un reconocimiento de esta magnitud, a la alegría y al orgullo le sumamos algunas preguntas: ¿Qué podemos hacer para mejorar? ¿Puede acaso un líder ir un paso más allá y enfocarse en impactar positivamente y con valor en la vida de cada uno de sus colaboradores?
En efecto, uno de sus objetivos clave debería ser dejar un legado, elementos positivos y significativos de su gestión o de su conducta que se vean reflejados en una nueva generación: la capacidad de asumir un error sin intentar culpar a otros, la voluntad de hacerse responsables por las decisiones que toman, la motivación para alcanzar el mejor resultado posible en cada proyecto, la curiosidad por seguir aprendiendo en un mundo que cambia a toda velocidad.
En ese punto de madurez, se produce el efecto multiplicador: las personas apropiadas, en el lugar correcto y en el momento oportuno, trabajando en conjunto para construir colaborativamente una sociedad mejor.