Las empresas de servicios financieros de base tecnológica son agentes de cambio clave para la inclusión financiera y el vehículo perfecto para brindar servicios de calidad a los clientes desatendidos o en fase de graduación financiera.
La inclusión financiera es un elemento clave para el desarrollo económico y social de la región, ya que tiene un impacto positivo tanto en las personas como en el tejido empresarial. Muchos individuos y empresas consumen servicios básicos de manera puntual pero no utilizan productos de ahorro, inversión o crédito. El verdadero reto de la inclusión es lograr que estos grupos sociales y empresariales evolucionen y capitalicen el valor de estos de manera cotidiana.
La educación financiera nos permitirá generar el verdadero punto de inflexión. El tema cobró tanta importancia que hasta ya tiene su celebración anual, una jornada de concientización establecida cada año el 2 de octubre. En este punto, vuelve a aparecer el actor que está desarrollando un rol clave: las fintech.
Estas empresas que combinan las finanzas y las nuevas tecnologías, demostraron ser mucho más que proveedores de servicios financieros: se consolidaron como verdaderos agentes de cambio que están generando una revolución de inclusión financiera, en especial en mercados menos maduros en este aspecto, como el Latinoamericano.
Según el informe Global Findex del Banco Mundial, el porcentaje de personas bancarizadas en las economías en desarrollo pasó en la última década del 42% al 71%. El avance ha sido significativo, es cierto, pero queda mucho por hacer.
Las fintech nacieron con la innovación en sus genes y, desde un primer momento, lograron utilizar el poder de las tecnologías digitales para romper barreras geográficas y llevar sus servicios allí donde la gente los necesita, con altísima eficiencia. Así, llegaron a clientes que no constituían mercados atractivos para los bancos tradicionales, como zonas rurales en las que no justificaba instalar una sucursal o segmentos de la población menos rentables.
Cada vez más inclusivo
Los datos hablan por sí solos: de acuerdo al informe Mobile App Trends realizado por la firma de medición y análisis Adjust, Latinoamérica es la región del mundo que más creció en 2022 respecto del año anterior en número de sesiones de aplicaciones fintech: 54%, contra un 40% de Europa y un 30% de Asia-Pacífico. ¿Los secretos del éxito? Soluciones simples y ágiles para un espectro más amplio de clientes.
De hecho, contrariamente a lo que pueda suponerse, alcanzan a todos los segmentos de edad: el 34% de los usuarios tiene entre 18 y 29 años, el 38%, entre 30 y 44 y el 28%, más de 45, según un estudio de la consultora Kantar.
¿Cómo se puede potenciar este modelo de inclusión? En principio, el estudio detectó cinco palancas de valor que incrementarán la probabilidad de éxito y la competitividad de las fintech en el futuro. Cuatro de ellas son la gamificación, para generar mayores niveles de adopción y engagement, la seguridad y la protección de los datos, para multiplicar la confianza, la innovación tecnológica, para mantenerse siempre relevantes, y la simpleza, para que cada vez más gente se acerque a sus servicios.
¿La quinta palanca? La educación financiera, por supuesto. No sólo incrementa los niveles de lealtad y confianza de los clientes, sino que incluso impacta en la rentabilidad del negocio, ya que clientes más informados pueden invertir más y mejor. Apelando a los mismos conceptos de la operatoria cotidiana -agilidad, cercanía con el cliente, centricidad en las personas-, las fintech pueden convertirse en el vehículo ideal para que sus usuarios accedan a información confiable y transparente.
La inclusión financiera es sinónimo de desarrollo económico, equidad social y calidad de vida. Y la educación financiera es ni más ni menos que la llave que nos abre la puerta para ese futuro mejor.